Este verano hemos visitado Praga (y alrededores) y Viena. En esta entrada os comentaré la primera parte del viaje, y en la siguiente, la segunda.
Nada más llegar a Praga recogimos la Prague Card, una tarjeta turística que proporciona acceso ilimitado al transporte público de la ciudad (que funciona realmente bien) y descuentos en las atracciones más importantes, y que al contrario que las tarjetas de algunas ciudades como Estambul, realmente se amortiza. Lo primero que visitamos fue el Museo Nacional, pero al estar en reformas en estas fechas, tuvimos que ver su contenido en un moderno edificio situado justo al lado. No es un museo imprescindible. Frente a él se situa la Plaza de Wenceslao, en la que tuvieron lugar las manifestaciones contra el gobierno comunista a finales de los 80, y ahora plagada de tiendas de moda y establecimientos de restauración. Cerca de aquí se hallan el interesante Museo Mucha, con numerosas obras del artista de art noveau Alfons Mucha (que tenía un estilo muy personal, similar al cómic) y el Museo del Comunismo, un pequeño museo en el que suena contínuamente la Internacional y en el que podremos ver objetos, documentos y reportajes sobre este período de historia de la República Checa.
Algo que no podíamos perdernos es el famoso Puente de Carlos, un vetusto puente de piedra sobre el río Moldava adornado con una treintena de esculturas y plagado de turistas, músicos callejeros, dibujantes y vendedores ambulantes. Un ambiente parecido al de las Ramblas de Barcelona, vamos. A decir verdad, la ciudad es extremadamente turística y es inevitable hallarse rodeado de turistas en cualquiera de las principales atracciones. A ambos lados del puente hay unas torres (de las muchas que hay en la ciudad), y visitamos la más alta de ellas. Cerca de este puente está el Museo de Karel Zeman, un cineasta checo famoso por usar diversas técnicas de efectos especiales en sus obras. Si no conocéis su obra, podéis prescindir de su visita. Ahora bien, sí queréis ver unos efectos especiales peculiares en un teatro, no os perdáis una función de teatro negro. Asistimos a un pase en el teatro Metro, que tiene la particularidad de enseñarte cómo lo hacen todo al terminar la función de una forma muy participativa.
Al otro lado del río Moldava y supervisando la ciudad, se halla el Castillo de Praga, que en realidad es un conjunto de edificios que puede ocuparnos perfectamente medio día si queremos ver lo más importante: la Catedral de San Vito (la más grande de Centroeuropa, inmensa), el Antiguo Palacio Real (donde se produjeron los defenestramientos de la época de Jan Hus), el Convento y Basílica de San Jorge y la Callejuela del Oro, en la que se halla la que fuera residencia de Frank Kafka. Merece la pena subir andando desde el Puente de Carlos, realizar la visita y bajar por los jardines que lo rodean, no está a una altura excesiva y las vistas lo valen. Ah, todos los días a las 12h se realiza el cambio de guardia en el Castillo, con sus "coreografías" y una pequeña banda que ameniza el acto con fanfarrias, es algo curioso de ver.
Cerca del Castillo se halla el Monte Petrýn, a cuya cima podemos acceder mediante funicular, y en el que se encuentra la Torre Petrýn -una especie de Torre Eiffel visitable desde la que tendremos unas magníficas vistas de la ciudad, tras escalar tropecientos escalones, eso sí-, el Observatorio y el Laberinto de Espejos. Ya en el centro, en las inmediaciones de la gran Plaza de la Ciudad Nueva, se encuentra el famoso Reloj Astronómico, en el que cada hora veremos desfilar estatuillas de los 12 apóstoles. Más lejos se encuentra la Torre de la Pólvora, otra torre visitable cerca de la Casa Municipal. Al norte de la Plaza está Josefov, el barrio judío, en el que podremos visitar las 6 sinagogas (incluida la magnífica y recargada Sinagoga Española), el Memorial por las víctimas del Holocausto y el famosísimo Cementerio Judío, con sus lápidas apiladas de manera desordenada. Vale la pena visitar este barrio para aprender sobre la vida de esta comunidad en este país.
Teatro negro. |
Respecto a los alrededores de Praga, visitamos por un lado Pilsen (lugar en el que nació el archiconocido estilo de cerveza pilsen), y por otro Terezín, una ciudad-campo de concentración con una historia muy curiosa. En cuanto a Pilsen, es una ciudad muy normal comparada con la hiperturística Praga, en la que destacan: la Gran Sinagoga, que es la más grande de la R.Checa, una construcción enorme, y que cuenta con una muy interesante exposición de fotos de la II Guerra Mundial; la fábrica de cerveza Pilsner Urquell, un lugar imprescindible si sois amantes del "zumo de cebada", como es mi caso (dentro te "obsequian" con un vaso de cerveza sin filtrar, y te puedes ganar otro vaso extra si ganas a tu rival en una divertida carrera de toneles); las Catacumbas, una red de túneles subterráneos que merece la pena visitar si te toca un buen guía, cosa que no nos pasó... El Museo de la Cerveza es un lugar prescindible.
La historia de Terezín es que fue una ciudad-fortaleza usada por los nazis como lugar de paso de sus prisioneros hacia los campos de exterminio como Auswitz, y en la que el ejército de Hitler montó, en una elaborada farsa, una especie de ciudad-balneario para judíos con motivo de la visita de observadores internacionales de la Cruz Roja en 1944, para convencerles (y parece que lo logró) de que sus prisioneros eran tratados de modo excelente. Incluso rodó una propagandística película dirigida por un judío (engañado para ello, claro), para más inri. Unos 33.000 prisioneros murieron allí debido a las pésimas condiciones de vida a las que fueron sometidos, y anteriormente por ahí pasó algún que otro preso tan "insigne" como el asesino del archiduque Francisco Fernando, que provocó el inicio de la I Guerra Mundial. La prisión, usada como campo de concentración, y sus muros, catacumbas, habitaciones (en las que se hacinaban unas 80 personas en 50m2) y patios son, sin duda, lo más interesante de la visita.
Aquí tenéis el resto de fotos del viaje. En la próxima entrada visitaremos Viena...
Salu2, Paco.
Ducha en el campo de concentración de Terezín. |
Salu2, Paco.