jueves, 9 de septiembre de 2010

Irlanda 2010

Este agosto me he pegado una semanita en Irlanda con unos amigos. Hemos visitado la mitad norte de la isla, ya que el tiempo era escaso para bajar al sur, pero aún así han sido unos días muy interesantes. Irlanda es una isla con una historia muy interesante y desgraciadamente violenta por los enfrentamientos entre republicanos y unionistas (no es muy adecuado llamarles católicos y protestantes pero bueno). A día de hoy, y a pesar que el tratado de paz se firmó hace unos años, aún se ven cosas que hacen pensar que la calma total está lejos de ser alcanzada.
Carrick-a-Rede, en Irlanda del Norte.

Por ejemplo, en Belfast aún persiste la llamada "peace line", que no es más que un muro vallado que separa el barrio católico (Falls Road) del resto de la ciudad y que aún tiene puertas para vehículos que cierran a determinadas horas de la noche. Los murales, tanto unionistas como republicanos, también dan una medida de cómo está el asunto allí. Los primeros ensalzan a la corona británica, los paramilitares y otros personajes británicos como Cromwell; los segundos se centran más en homenajear a miembros del IRA fallecidos en el pasado y a personalidades afines a la causa independentista propias y extranjeras.
Mural en homenaje a grupos paramilitares unionistas en Belfast.

En Belfast operan taxistas con vehículos preparados para llevar a 6 o más personas que por unas 10 libras os darán una vuelta de unas 2 horas por la ciudad y os explicarán brevemente la historia de la ciudad, los murales y datos para comprender la crudeza del conflicto.
Memorial republicano en Belfast.

Otra ciudad donde son palpables las trazas de los "troubles" es Derry (Londonderry para los unionistas), está al oeste de Irlanda del Norte y es una bonita ciudad de mayoría católica. Aquí nos dejamos guiar durante más de 1 hora por Garvin, guía de la compañía Martin McCrossan, que por 4 libras nos explicó la historia de la ciudad de forma muy apasionada recorriendo a pie las murallas del barrio protestante -murallas de varios siglos que rodean el barrio y que a día de hoy permanecen completas. En Derry también hay murales, aunque por falta de tiempo sólo vimos los más importantes de la parte republicana.
Puesta de sol sobre Derry.

Entre ambas ciudades pasamos por la Calzada del Gigante, un lugar increíble formado por cientos de columnas de basalto que, por ejemplo, sirvió como paisaje para la portada del "Houses of the Holy" de Led Zeppelin. Otro lugar interesante es Carrick-a-Rede, paraje de abruptos acantilados cubiertos de hierba verde y que en ocasiones esconden asombrosas playas de agua azul turquesa... y aguas heladas. La principal atracción del sitio es un puente de cuerda de 20 metros de largo por 25 de altura por el que hay que pagar para cruzar, pero vale la pena.
La Calzada del Gigante o Giant's Causeway...

...Y la portada y contraportada del "Houses of the Holy" de los Zeppelin.


Spanish Arch en Galway.

Ya en la República de Irlanda visitamos Galway, al oeste de la isla. Esta pequeña ciudad costera tiene vínculos con España, ya que hace siglos existió un importante tráfico comercial entre nuestro país y el puerto de esta población. En Galway está el Spanish Arch, 2 arcos de piedra del S.XVI junto al puerto. Dejamos Galway y nos acercamos a los Acantilados Moher, un impresionante paraje similar a Carrick-a-Rede pero con acantilados aún más pronunciados. Ah, de camino a Galway nos acercamos brevemente a Ballyshanon, el pueblo natal de mi venerado Rory Gallagher, donde pude contemplar la lograda estatua que erigieron en su homenaje en junio de este año.
Cliffs of Moher.

Los últimos 3 días los pasamos en la capital, Dublín, una ciudad no demasiado grande ni excesivamente llamativa. Algo bueno que tiene es que los principales puntos de interés se concentran en el centro de la urbe, lo que hace prescindible el uso de cualquier vehículo. Bueno, la fabrica de cerveza negra Guinness está más alejada (realmente nada del otro mundo, lo único salvable es tomarse una pinta en el bar ubicado en lo alto del edificio contemplando toda la ciudad en una vista casi circular), al igual que la prisión de Kilmainham, construida en el S.XVII y de gran valor histórico, pues por ejemplo entre otros fueron fusilados en su patio los líderes de la Rebelión de Pascua de 1916. Hablando de la omnipresente Guinness, otra visita etílica que para mi fue más interesante es la de la destilería del whiskey Jameson. Al contrario que en la Guinness, en la que te dan una audioguía y ahí te las apañes, aquí un guía en un inglés comprensible te enseña de forma amena el proceso de fabricación y peculiaridades de este whiskey, y al finalizar te sirven una toma en varias versiones: sólo, con hielo, con gengibre o con cola. El whiskey está de coña, pero solo y a las 11 de la mañana... vaya.
Vista nocturna del río Leffey a su paso por Dublín.

Prisión de Kilmainham Goal.

La exposición Duvlinia muestra -de forma ciertamente infantiloide- la influencia de los vikingos en la historia irlandesa y de la ciudad. Interesantes son también las visitas a las catedrales de Cristo y San Patricio, que por cierto cuentan ambas con un muro torcido que creo ser el único que no apreció (me sentí como aquel personaje de "Mallrats" cuando no podía ver el velero en uno de aquellos cuadros mágicos de los 90), y con tiendas de merchandaising en su interior, algo que aunque soy ateo no acabo de ver apropiado, pero allá ellos. El Castillo de Dublín es un lugar imprescindible bajo mi punto de vista, y gracias a un peculiar guía (un irlandés que manejaba muy bien nuestro idioma) supimos que allí tienen un espejo que la monarquía francesa prestó a Irlanda y que aún estos no han devuelto, o que aún no tienen muy claro dónde dormirá la Reina de Inglaterra cuando visite la ciudad el año próximo...
Four Courts o Juzgados, este edificio fue bombardeado durante la Guerra Civil Irlandesa de 1922.

Ya en el plano más festivo, la principal zona de marcha (al margen del Liberties) se concentra en el céntrico Temple Bar: básicamente una calle principal y otras adyacentes llenas de pubs clásicos y no tanto (como el restaurante Hard Rock Café), en los que se toma muchísima Guinness (en pinta para los hombres si uno no quiere pasar por algún chascarrillo sobre nuestra hombría del camarero; media pinta para las damas) y se escucha tanto música pop-rock contemporánea como folk tradicional irlandés. Lo peculiar de esta música es que en muchos pubs es interpretada en directo por bandas eléctricas o acústicas que animan mucho el ambiente, y es bonito ver a los asistentes cantar con los intérpretes sus temas.
Temple Bar a media tarde.

Un último comentario sobre el clima: es cierto que disfrutan poco del sol y que llueve a menudo, pero las lluvias (al menos este agosto) son suaves y con un chubasquero se puede hacer vida normal. Para que os hagáis una idea, el clima en general me recordó al de nuestros abril-mayo. Si queréis ver el resto de fotos, las tenéis en mi álbum de Picasa aquí.


Salu2, Paco.

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